lunes, 31 de marzo de 2008

Siboney, pies mojados

...acuérdate de que hubo un tiempo
en que las cosas, milagrosamente, fueron de otra manera
Eloy Sánchez Rosillo



Sólo puedo decir cuánto llovía.
Llovía intensamente
sobre mis pies cuajados de miedo y despropósitos,
sobre mi boca roja de locura,
sobre mi cuerpo en vilo.
Llovía en los cafés, en las estatuas,
bajo la piel y el pelo,
entre las cicatrices.
Llovían los relojes de la prisa
sobre el abismo abierto hasta los besos,
sobre las manos lívidas y solas,
sobre los latigazos del olvido.
Llovía un amargor de cervezas vacías,
de despedidas húmedas,
de pensamientos rotos.
Llovía un mar Cantábrico de lágrimas,
sobre mi pecho hueco,
sobre mi amor mojado.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Bajo la sombra blanca


"He intentado escribir el Paraíso.
Que no os mováis.
Dejad hablar al viento
ese es el Paraíso."
Ezra Pound



Nunca has sido más joven y poeta
que a esta hora cierta en que derramas
profundísimos sueños
bajo la sombra blanca del cerezo,
cuando el tiempo parado se derrite
y una brisa de pétalos
te reviste los hombros.
Las mariposas nadan en el aire
como musas minúsculas,
te salpican palabras y tú juegas
a mover corazones que son piedras.

Quien te quiso menguar como a una leña
arrojada en el fuego del olvido
no conoce el tesón de la madera.

Cuando mandan callar, resquebrajarse,
los desolados páramos del alma,
aún te queda la fuerza de los dedos
-raíz superviviente que restalla-
para romper silencios.

Ahí estás tú


"Aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría
no podrá morir nunca"
José Hierro


Cómo olvidar los bosques que me amaron,
tu corazón de yerba,
esa mirada lenta de la tarde
que pulsaba la voz de nuestros sueños,
una canción vibrando en las colmenas,
un centenar de pájaros, el agua,
y esa esperanza erguida entre los chopos
distrayendo a la muerte.
Cómo olvidar la luz hecha camino,
el valle perezoso de las sombras
hollado por tus pasos,
los lirios de la tierra prometida
que sembraste en mi vientre,
una campana al sol, verbos fugaces
y la paz en las manos.
Cómo olvidar de ti, puerto de espigas,
la caricia creciente, el pan suave,
si aun el latir del viento en el molino
viene a agitar tu nombre.

martes, 11 de marzo de 2008

El laberinto


A Sonia Fides, que puede hablar de mí.


Voy de camino a dónde,
si no hay más pasadizo que el pliegue de las sombras,
si soy barro y ceniza,
si me falta una tarde cubierta de manzanas
para tentar al hombre.
No entiendo este bregar contra la piedra
que fortalece el llanto,
ni este fervor que empuja mi cuerpo a la quimera.
Sólo la soledad quiere besarme
el otoño imprevisto de mis labios.
Después de tanto articular silencios
ya no existe mi voz, ¡estoy perdida!
y el frío de mis manos desnuda la evidencia:
que no soy más que una hoja
en silencio perdida
en este interminable laberinto.
Convoco a los poetas que han amado,
que ellos te hablen de mí que yo no puedo.

lunes, 10 de marzo de 2008

Encuéntrame


Encuéntrame sentada bajo el sauce,
con mi pelo de siempre, mi piel de niña loca,
encuéntrame –silueta de la noche-
junto al áspid brillante de la luna.
Encuéntrame descalza entre la yerba
sembrando de mis huellas el silencio,
sola, como un candil entre la bruma
que le envía señales a tus ojos.
Encuéntrame bordándote unos versos
en la cima cercana de algún monte,
sobre el aullido extraño de las aves,
sobre la sin razón de mi tristeza.
Encuéntrame, muchacho despistado,
que llevo aires del sur bajo el vestido
y un poema de Whitman en los labios.