lunes, 20 de abril de 2009

Canto final





Así de antojadizos son los pájaros.

Se posó en tu mañana,
comió del pan caliente de tus manos
y anidó en la cornisa de tus ojos.

No alientes tu dolor si alza su vuelo;
será el legado último, pues al abrir las alas,
también te habrá entregado su belleza;
y aunque después se marche -tan solo como libre-,
no juzgues su egoísmo,
fue tuyo mucho más que el poseerlo:
te amó con cada ensayo de su canto.