Así de antojadizos son los pájaros.
Se posó en tu mañana,
comió del pan caliente de tus manos
y anidó en la cornisa de tus ojos.
No alientes tu dolor si alza su vuelo;
será el legado último, pues al abrir las alas,
también te habrá entregado su belleza;
y aunque después se marche -tan solo como libre-,
no juzgues su egoísmo,
fue tuyo mucho más que el poseerlo:
te amó con cada ensayo de su canto.
4 comentarios:
Espero que esto no sea un canto final. Mereció la pena la espera.
Me gusta mucho tu poesía.
Un saludo.
con mis saludos un abrazo afectuoso desde Santiago de Chile
Leo Lobos
¡Hola, pajarita sin cola! ¡Piquito de oro!
También en el brillo del plumaje negro de los cuervos puede rastrearse belleza, pero quizá ellos no se sientan del todo cómodos entre aves de bello trinar.
Me alegra verte salir de tu afasia.
Besos.
Pedro Lobezno
Enhorabuena por tu blog y tus poemas. Volveré con más tiempo a deleitarme.
Saludos.
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