Últimamente
pienso que moriré de pronto,
en medio de un
asunto intranscendente
como ojear
camisas en un saldo
o elegir las
verduras,
y sé que al
descubrir en el pasillo
(entre la
coliflor y las naranjas)
mi carne sin
latido, nadie verá una seña
del llanto
acumulado con los años.
Y estoy casi
segura
de que cuando el
forense
haga sobre mi
pecho su incisión más precisa,
no saldrán
mariposas de mi centro,
no sonarán las
liras desde el fondo,
ni hallará,
camuflado en mi simpleza
un corazón
distinto,
más perfecto o
más grande.
Nada habrá que
le cuente de este dolor que tengo,
nada, ni tan
siquiera
una gota minúscula de tinta
mezclada con mi
sangre
revelará en su
informe minucioso
mi muerte de poeta.